miércoles, 28 de enero de 2009

La retirada desde Moscú en 1812


"Miraba a los cientos de cadáveres con indiferencia; los que caían al suelo se golpeaban la cabeza contra el hielo, luego veía cómo se levantaban y se volvían a caer, oía sus quejidos y lamentos, y cómo retorcían y se agarraban donde fuera. Nunca olvidaré el horror del hielo y la nieve pegados a sus bocas. Sin embargo, no sentía ninguna compasión, en mi mente sólo había lugar para mis amigos.

"Durante aquel mes, el frío aumentaba día tras día. Debía tener mucho cuidado para no quedarme congelado, y el hecho de mantenerme ocupado día y noche buscando comida para que mi caballo y el del mayor no murieran de hambre me ayudó. Cabalgué unas veces hacia la derecha y otras hacia la izquierda con el fin de encontrar un pueblo y cargar algo de paja o gavillas sin trillar; para que no me robaran debía cabalgar encima de ellas."

(Diario de un soldado de Napoleón, Jakob Walter, Editorial Edhasa, 2004, Barcelona) 

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